Hace poco estuve en una reunión con mi mentor (que es de España) y con todo el equipo de nuestra comunidad. Éramos unas 28 personas conectadas. Como siempre, nuestro mentor nos compartía estrategias para abordar clientes y qué enfoques funcionan mejor.
Pero surgió un tema delicado, de esos que muchos prefieren evitar, aunque todos sabemos que está ahí.
La pregunta incómoda
Uno de los asistentes lanzó una pregunta muy directa:
¿Es ético decirle a un dueño de negocio que un bot de WhatsApp podría reemplazar a uno o varios de sus empleados?. Lo planteó como una posible propuesta de valor para cerrar una venta.
Y claro, el silencio inicial lo dijo todo. Todos sabíamos que no era una pregunta cualquiera.
La realidad de las automatizaciones
No podemos ignorarlo: las automatizaciones llegaron para quedarse. Hoy en día, quizá no reemplacen a un empleado por completo, pero sí pueden encargarse de tareas específicas. Y si seguimos por ese camino, es solo cuestión de tiempo para que puedan reemplazar un puesto entero.
¿Qué dijo el mentor?
Mi mentor fue muy claro: es un tema sensible. La pérdida de empleos no es algo que él mencione al momento de vender.
Si el cliente lo trae a la mesa, entonces sí, se le explica cómo una automatización puede reducir la carga laboral, lo cual (desde la perspectiva del empresario) es una gran ventaja. Tiene los beneficios de la inteligencia artificial, sin los problemas humanos.
¿Y qué pienso yo?
No lo tengo como un tema tabú. No lo oculto. Pero, al igual que mi mentor, no lo uso como argumento de venta. Es algo que está presente, lo sabemos todos, pero no hace falta decirlo.
Es el elefante en la habitación. Visible, evidente, pero mejor no ponerle un cartel.